Danielle Ellie: La Alquimia de una Vida entre Pan, Helados y Raíces

Danielle Ellie: La Alquimia de una Vida entre Pan, Helados y Raíces

En un episodio cargado de nostalgia y sabor en Open Box Podcast, Luis Miguel Díaz Granados y Diego Espín entrevistaron a Danielle Ellie, la mente y corazón detrás de Cyrano y Corfú, emblemas de la identidad quiteña. Con una mesa que rebosaba de guaguas de pan, coladas moradas y el recién lanzado Pan de Muerto, Danielle compartió su historia: una vida tejida entre el legado de sus padres inmigrantes, la valentía de emprender y la pasión por crear. Desde sus días de niña amasando junto a su padre hasta liderar una empresa con 16 locales y 450 empleados, aquí están los momentos más vibrantes de esta conversación.


Una Infancia de Transformación

Danielle creció en un hogar donde la creación era ley. Hija de un panadero francés y una madre alemana esotérica, su niñez fue un crisol de harina, yoga y cuatro idiomas en la mesa. "Me crié creando, entre las ollas de mi papá y las meditaciones de mi mamá", recuerda. Ese espíritu la llevó a estudiar comunicación y artes visuales en California, pero su conexión con Ecuador la trajo de vuelta. "Soy hija de inmigrantes, sé lo que es no pertenecer del todo. Volví porque aquí están mis raíces más cercanas".

"Soy profundamente ecuatoriana. ¿Con quién vamos a hacer país si todos se van? Los más fuertes, los más atrevidos, emigran. Esos valores deberíamos usarlos para construir aquí."


El Salto que Cambió Todo

Tras años en Teleamazonas cubriendo eventos como el taurazo de Alfaro Vive, Danielle dejó el periodismo por una heladería. "Hacía helados caseros y torturaba a mis amigos", ríe. Con su hermano, fundó Corfú en 1988 junto al Cyrano de su padre, endeudándose con $100,000 sin experiencia. "Mi papá fue mi garante. En ocho meses, con expertos italianos, abrimos. Las filas eran un fenómeno". Ese salto audaz dio vida a un negocio que mezcló conos calientes con la tradición panadera de su familia.

"Le dije a mi papá: ‘Quiero poner una heladería’. Nos endeudamos en $100,000 sin saber nada. Fue una locura, pero las filas en Portugal lo hicieron mágico."


Una Herencia de Aventura y Sabor

El padre de Danielle llegó al Ecuador tras una odisea: escapó de la guerra cruzando los Pirineos, fue preso en España, vivió en Marruecos y aterrizó aquí por un baúl de joyas. "Aprendió español en la cárcel", dice Danielle. En 1958, abrió Cyrano, nombrado por un personaje literario de su pueblo francés. Ese legado le dio a Danielle una base sólida tras perder a su padre y hermano. "Tomé sus herramientas y las hice mías", afirma, transformando la empresa con su toque creativo.

"Mi papá cruzó los Pirineos, cayó preso en Pamplona y llegó al Ecuador por un baúl de joyas. Su vida fue una novela, y yo siento una deuda con esa historia."


La Magia de la Intuición

Danielle lidera con un estilo único: "Soy intuitiva y sensible, no tradicional". Con 450 empleados, ve a su equipo como familia y lanza productos como el Pan de Muerto con un proceso que mezcla instinto y estudio. "Uso un péndulo como mi mamá, pero también analizo", explica. Rechaza expandirse a Guayaquil: "Cyrano es de Quito, como los helados de paila son de Ibarra". Su colada morada, un éxito artesanal, refleja esa filosofía. "Es manual, por eso es especial".

"Soy poco tradicional. Me gusta crear, desde la receta hasta el empaque. Prefiero que Cyrano sea único de Quito. La colada morada lleva todo el trabajo del mundo, y eso la hace un manjar."


Un Legado Vivo

Danielle no solo heredó un negocio, sino una misión. "Quiero ser recordada como alguien que sembró una semilla", dice, soñando con un mundo en paz. Su hija, estudiante de ingeniería de alimentos en Francia, creció decorando guaguas, lista para continuar la tradición. "Agradezco lo que me dejaron y lo devuelvo a mi gente", reflexiona. Con cada producto, Danielle alarga una historia de transformación que empezó hace 300 años con sus ancestros panaderos.

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