Nicolás Gross: Del rock al golf, las claves de un emprendedor multifacético

En un episodio vibrante de Open Box, grabado desde su nueva sede en el Club House de La Floresta, Luis Miguel Díaz Granados y Diego Espín recibieron a Nicolás Gross, un nombre que resuena en el emprendimiento ecuatoriano. Conocido por traer el PGA Tour a Ecuador y por su pasado en bares, bandas de rock y negocios familiares, Nico, como lo llaman, se abrió en una conversación que mezcla nostalgia, lecciones de vida y una pasión desbordante por el golf. Aquí, un recorrido por los fragmentos más destacados de su historia, destilados en un artículo que captura su esencia como emprendedor, músico y anfitrión incansable.
Un arranque precoz en los negocios
Nicolás Gross no esperó a terminar la universidad para lanzarse al mundo empresarial. “Empecé como empresario en segundo año de universidad. Firmaba como gerente de Interllantas Panamá con 20 años, representando un negocio de datos militares que facturaba millones”. Este debut temprano, impulsado por la confianza de un empresario panameño que conoció a través de su madre, Carmen Negrost, marcó el inicio de una carrera diversa. Desde entonces, Nico ha navegado por industrias tan variadas como los licores, la publicidad y los bienes raíces, siempre con un pie en el acelerador. “Nunca le decía que no a nada”, admite, un rasgo que lo llevó a tener hasta 40 tarjetas de presentación de distintos emprendimientos.
De la barra al éxito: ron y rock
El legado familiar jugó un papel clave. Su madre convirtió Ron Abuelo de una marca desconocida a un ícono nacional, pasando de vender 100 cajas al año a 130,000. “Ella hizo un trabajo increíble, y nosotros, con mi hermano y mis primos, montamos Ojo Rojo Publicitaria para manejar la marca”. De esa agencia nació Strawberry Fields, un bar icónico en Quito que cumplió 15 años. “Nuestra oficina se volvió un bar. Sacábamos fundas de botellas los lunes. Dijimos: ‘Esto es un negocio’”. Con memorabilia de Los Beatles —una pasión inculcada por su primo Marco La Lama— el lugar pasó de ser un garaje en la Calama a un punto de encuentro cultural, reflejo de su amor por la música. “Todos éramos músicos. Yo estudié en la primera promoción de Berklee en Ecuador. Roberto cantaba, yo tocaba batería en una banda que fue de Ron Abuelo y Cervecería Nacional”.
El giro al golf: de hobby a legado
El deporte entró tarde en la vida de Nico, pero con fuerza. Tras lesionarse las rodillas jugando fútbol y dejar las motos, encontró el golf a los 26 años. “Un amigo me pidió auspiciar un torneo en Los Chillos con Ron Abuelo. Le pegué a la bola y dije: ‘Wow, qué lindo’. Compré unos palos por $100 y empecé”. Lo que comenzó como un pasatiempo se transformó en una misión cuando trajo el PGA Tour a Ecuador hace 10 años. “Le dije a Vinicio Alvarado, ministro de Turismo, que el golf mueve millones en turismo. Me dio luz verde para un evento internacional. Llamé al PGA, dije que tenía la plata —mentira— y en 2014 lo hicimos realidad”. Con un equipo sólido y una visión social, el torneo creció hasta ser el mejor de la gira latinoamericana, un orgullo que Nico atribuye a su capacidad de manejar estrés y tejer redes. “No soy inteligente, pero mi inteligencia emocional es muy buena”.
Lecciones del caos: perder para ganar
No todo ha sido éxito. “He tenido muchísimos emprendimientos fallidos. Encontré tarjetas de negocios que ya olvidé, como cuando representé al Ecuador vendiendo sombreros de paja toquilla”. La pandemia fue un golpe duro: “El 80% de mis negocios eran servicios. Estuvimos un año sin trabajar. Fue un antes y un después”. Sin embargo, Nico no se derrumba. “Manejo el estrés desde chico. Si mañana queman el Club House, no lloro. Tomo los toros por los cuernos”. Esa resiliencia lo llevó a enfocarse en el golf y el Club House, delegando más y diciendo “no” a nuevas aventuras. “Antes me metía en todo. Ahora priorizo tiempo y paz”.
Un evento que trasciende el deporte
El PGA Tour Ecuador, que celebra su décimo aniversario del 2 al 5 de mayo de 2025 en el Quito Tenis y Golf Club, es más que golf. “No lo hago para los golfistas, sino para los no golfistas. Es un evento social de primer nivel”. Con figuras como Batistuta y Forlán en ediciones pasadas, y promesas de estrellas este año —“no diré quiénes aún”—, Nico ha creado un ecosistema de 10 días con 14 eventos, desde cócteles hasta una fiesta para 3,500 personas en el Hípico del Condado. “Traemos artistas internacionales, rosas de exportación, los mejores tragos. Es gratis para el torneo, pero la fiesta tiene costo. Síganme en @golf.ec para entradas”.
La política, una decepción constante
A pesar de su red de contactos —“conozco a ministros y alcaldes de hace 20 años”—, Nico no oculta su frustración con la política ecuatoriana. “Es una decepción. Luché siete años para un campo de golf público en el Bicentenario con el R&A, que ofrecía $3 millones. Lo bloquearon por ser ‘de pelucones’”. Sin embargo, logró un impacto con la Ley de Incentivo Tributario al Deporte, ideada con Sebastián Palacios. “Hoy, el PGA es 100% privado gracias a eso. No trabajo más con fondos públicos”.
Ser buena gente, el verdadero éxito
Para Nico, el éxito no es la fama ni la plata, sino las relaciones. “Lo mejor del golf son los amigos en el mundo. Mañana voy a México y tengo 20 golfistas a quienes llamar”. Define su carácter en dos palabras: “Buena gente”. Su superpoder soñado: “Sanar a la gente. Hay mucha gente rota emocionalmente, y me preocupa”. A sus 42 años, Nicolás Gross no solo es un emprendedor multifacético; es un embajador de Ecuador que, entre rock, golf y negocios, sigue apostando por la paz y la conexión humana.
En el ring de Open Box, Nico mostró que el éxito se construye con actitud, redes y la valentía de soltar cuando toca. Desde su estudio en el Club House, donde helicópteros sobrevuelan y las ideas fluyen, nos dejó una invitación: vivir el PGA Tour 2025 y descubrir un Ecuador que, pese a todo, sigue siendo un país de paz y oportunidades.