Roberto Paz y Miño: Lecciones de Resiliencia desde el Ring de los Negocios y la Vida

Roberto Paz y Miño: Lecciones de Resiliencia desde el Ring de los Negocios y la Vida

Roberto Paz y Miño, un veterano de la industria publicitaria y fundador de Conexión, no es solo un hombre de números y estrategias comerciales. Con más de 30 años en el mundo de los medios, desde los canales de televisión más icónicos de Ecuador hasta su propia empresa, ha sabido navegar el competitivo "ring" de los negocios con astucia y corazón. Sin embargo, su historia da un giro inesperado cuando, hace ocho años, fue diagnosticado con Parkinson, una enfermedad que lo llevó a replantear su vida y a renacer con un propósito claro: inspirar a otros. En esta entrevista para Open Box Podcast, Roberto comparte cómo transformó retos en oportunidades, tanto en el ámbito profesional como personal, con una mezcla de honestidad, valentía y gratitud que deja huella.


Pregunta: Roberto, has trabajado con gigantes de la televisión ecuatoriana como Ecuavisa, Gamavisión y Canal Uno. ¿Cómo llegaste a los medios?

Roberto Paz y Miño: Todo empezó por casualidad. Estudié administración en la Universidad Católica y trabajé en Tecni Seguros, pero un tío que estaba en El Comercio me abrió la puerta al mundo de los medios. Me fascinaba la farándula y la publicidad, así que entré a una empresa pequeña donde duré seis meses. Renuncié para irme de vacaciones con mi familia a Estados Unidos con un préstamo de un millón de sucres —una locura en ese entonces—. Mientras estaba allá, me llamó Fernando Parra de Ecuavisa y, al volver, empecé a trabajar con ellos. De ahí pasé por Teleamazonas, Gamavisión y más, aprendiendo de visionarios como los dueños de esos canales. Siempre quise tener mi propio negocio, y en 2010 fundé Conexión tras renunciar a mi último empleo en Teleamazonas.


Pregunta: ¿Qué te enseñaron esos "tigres" de la publicidad?

Roberto Paz y Miño: Constancia y el poder de la información. En el área comercial, saber con quién te reúnes y qué necesita es clave. Antes, llegaba 15 minutos antes a una reunión y charlaba con la secretaria para sacar datos; hoy, tienes LinkedIn e internet. Un libro de Michael Wheeler dice que la preparación es esencial para negociar bien, y eso lo aplico siempre. Llego con cifras, comparativas, y busco que el cliente vea valor. No se trata de ganar la negociación, sino de encontrar soluciones.


Pregunta: Hablando de éxitos, ¿cuál fue el producto más fácil de vender en tu carrera, fuera del fútbol?

Roberto Paz y Miño: Betty la Fea en Gamavisión. Fue una locura. Empezamos cobrando $350 por 30 segundos y terminamos en $4,500 porque no dábamos abasto. Teníamos 45 minutos de publicidad y 15 de novela; sacaba $30,000 o $40,000 diarios de clientes que no entraban por falta de espacio. Fue el programa de mayor rating en la historia de la TV ecuatoriana hasta ahora. Aprendí que pudimos haber cobrado más, pero también que la televisión es mágica: siempre hay formas de satisfacer al cliente.


Pregunta: Fundaste Conexión hace 14 años. ¿Qué ha sido lo mejor y lo más duro de emprender?

Roberto Paz y Miño: Lo mejor de trabajar en grandes canales era el prestigio: te abrían puertas, te adulaban. Emprender fue otro mundo. Muchas puertas se cerraron; pasé de “Robertito, pasa” a “dile que me llame”. Los pagos fueron un desafío: teníamos ahorros para tres meses, pero los clientes nos ponían al final de la fila porque éramos nuevos. Mi esposa, Alejandra, fue mi roca. Cuando se acabaron los ahorros, lloré como niño, pero ella me levantó. Emprender te enseña a masticar el cambio generacional —de negociar con la generación X a los millennials y centennials— y a no decir “no”, sino “déjame ver cómo lo hacemos”.


Pregunta: Hace ocho años te diagnosticaron Parkinson. ¿Cómo cambió tu vida?

Roberto Paz y Miño: Fue un golpe duro. Empecé con temblores en la mano al correr y me cansaba mucho. El diagnóstico fue clínico: “mueve los dedos como contando billetes”, me dijeron, y ahí lo confirmaron. Al principio, lloré con Alejandra preguntándome “¿por qué a mí?”. Pensé en mis hijas gemelas, que entonces tenían 14 años, y en dejar todo listo. Pero cambié el “¿por qué?” por “¿para qué?”. Este año, en enero, me operaron en el Hospital Metropolitano de Quito. Me pusieron electrodos en el cerebro y un marcapasos en el pecho para reemplazar la dopamina que me falta. Fueron 12 horas despierto, calibrando mi cuerpo. Ahora visto rápido, casi no tiemblo y valoro cada risa, porque antes ni podía sonreír.


Pregunta: ¿Por qué quieres ser un vocero de esta experiencia?

Roberto Paz y Miño: Quiero ayudar. Si mi historia motiva a alguien con Parkinson o cualquier reto, aquí estoy. No me importa que me tiemble la mano; mentalmente estoy bien y puedo contar mi vivencia, dar contactos como el de mi doctora, Verónica Montilla, o simplemente escuchar. Aprendí a meditar, hago Reiki, y valoro mi familia como nunca. Los viernes los paso con ellos, no con clientes. Nada es tan urgente como tu salud y tu paz.


Pregunta: ¿Qué papel jugó tu familia en esto?

Roberto Paz y Miño: Alejandra fue mi sostén emocional; mis hijas, Rafaela y su gemela, ahora de 24, me cuidan como si fueran mis madres: me llevan desayuno, me mandan a dormir. Mis padres, hermanos y amigos —los “Togas”, un grupo que habla al revés desde hace años— estuvieron al pie del cañón. Incluso en la operación, firmé un documento autorizando desconectarme si algo salía mal, para no dejar esa carga a mi familia. Gracias a Dios, no lo usaron.


Pregunta: ¿Qué sigue en tu “checklist” de vida?

Roberto Paz y Miño: Correr una maratón en Chicago este octubre, lanzar un parapente, bucear —tengo licencia—. La operación me dio un renacer, y no me negaron nada. Soy feliz con lo que tengo y no cambiaría ni el Parkinson, porque me enseñó a valorar lo que importa.


Pregunta: Un consejo final para el ring de los negocios y la vida.

Roberto Paz y Miño: Sé honesto, prepárate y no temas perder un round; la pelea sigue. Valora tu salud y tu familia sobre todo. La vida es generosa: te repite las lecciones hasta que aprendes.


Roberto Paz y Miño no solo ha conquistado el mundo de los medios; ha vencido al Parkinson con una mezcla de fe, disciplina y amor. Su historia es un recordatorio: en el ring, los golpes duelen, pero la victoria siempre vale la pena.

Read more